Entrevista sobre el Spanglish*
*Fuente: Entrevistes de la Universitat de Barcelona (disponible en: http://www.ub.edu/web/ub/es/menu_eines/noticies/2015/entrevistes/stavans_ilan.html)
Ilan Stavans es uno de los máximos conocedores de la cultura latina en Estados Unidos, muy especialmente del espanglish, una variedad lingüística mezcla de español e inglés en diferentes niveles lingüísticos y en diferentes grados y formas según la comunidad que lo utiliza. Se calcula que actualmente lo hablan cerca de 40 millones de personas.
Escritor, ensayista y crítico de origen judío nacido en México, Ilan Stavans es desde 1993 profesor en el Amherst College (Massachusetts), donde ejerce como catedrático Lewis-Sebring de Cultura Latinoamericana y Latina. Es autor de numerosos libros, como Spanglish (Harper, 2003), Love and language (Yale, 2007) o Gabriel García Márquez: the early years (Palgrave, 2010). Además, es editor de Restless Books y cofundador de Great Books Summer. Hace cerca de una década tradujo al espanglish la primera parte de la obra emblemática de la lengua castellana, el Quijote.
Últimamente ha publicado, junto con Juan Villoro, El ojo en la nuca (Anagrama, 2014), y este año tiene previsto publicar dos obras más: Reclaiming travel (Duke) y Quixote: the novel and the world (Norton).
«Todas las lenguas han sido mezcladas —dice Stavans en un momento de la conferencia que imparte en la Facultad de Filología de la UB, invitado por el Departamento de Filología Hispánica y el Consulado de los Estados Unidos en Barcelona —: toda lengua en formación ha pasado por un estadio similar al espanglish. A mí me apasiona estudiar figuras como Nebrija y ver cómo respondían al latín, al latín vulgar, al latín elevado, las lenguas que se hablaban en esa época, y en qué medida todo eso nos permite entender cómo el español se convirtió en una lengua nacional». Y Stavans refiere una anécdota vivida hace una década, que marcó el punto de inflexión decisivo en su dedicación académica al espanglish: «Estaba yo aquí, en Barcelona; participaba en un programa de radio con otras dos personas de cuyos nombres no quiero acordarme, cuando uno de ellos, miembro de la RAE, inteligentísimo —y digo esto absolutamente sin tono sarcástico—, me dijo que el espanglish no había que tomarlo en serio hasta que no produjera una obra del calibre del Quijote, porque —dijo— solo una lengua que es capaz de producir una novela tan compleja es digna de aprecio. Y le dije que tenía razón, que no me iba a parecer sorpresivo que en unos años el espanglish produjera esa novela y que tuviera que ser traducida al español para que se entendiera en Madrid, en Bogotá, etc… Y le hice la comparación con el yidis».
Con la atención cautivada de todos los asistentes a la conferencia, impartida el pasado marzo a los alumnos del profesor de Filología Hispánica de la UB y también especialista en espanglish Antonio Torres, Stavans explica: «El yidis es la lengua de los judíos de la Europa del Este. Se inició en el siglo XIII, en el Rin. Era la lengua que hablaban las mujeres, los niños y los iletrados. La lengua de la cocina. Una mezcla de hebreo con alemán. Del siglo XIII al XIX, era una lengua que rabinos y talmudistas veían como algo secundario. ¡Nadie iba a discutir la Biblia o el Talmud en yidis, una lengua bastarda! Hasta que, a mediados del XIX, un grupo de escritores que querían ser novelistas como los alemanes, como los ingleses, como los franceses, se dieron cuenta de que, si querían escribir para un público amplio, tenían que escribir en yidis y no en hebreo, porque en hebreo los iba a leer un grupo y en yidis un grupote. Y ellos mismos se tradujeron del hebreo al yidis. Y en 1978, Isaac Bashevis Singer, escritor en yidis, ganó el Premio Nobel».
Después de la explicación, Stavans retoma la anécdota sobre el sabio de la RAE: «Yo le dije que no me parecía descabellado imaginar un premio nobel en espanglish, quizá en cincuenta años (hoy, las lenguas, como sucede con la sexualidad de los niños, son mucho más rápidas). Y le dije también que me gustaría imaginar como se vería el Quijote en espanglish. Y al salir de la radio, me fui al hotel y ya tenía una llamada de La Vanguardia, del suplemento Cultura|s, y empecé el primer capítulo. Al día siguiente de publicarse ese primer capítulo en La Vanguardia, mi correo electrónico tenía cientos y cientos de mensajes de gentes de todas partes que lo habían leído. La mitad de ellos decían que yo era el imbécil más grande del mundo. ¿Cómo me podía yo llamar a mí mismo maestro, profesor, educador de los jóvenes, si le prestaba atención a esta cosa que era el espanglish? En EE. UU. nunca habría surgido una controversia similar. En EE. UU. nadie se ofende si adaptas a Shakespeare al inglés vernacular afroamericano. Al contrario, a la gente le entusiasma que puedas adaptar Romeo y Julieta. It’s great!».
Al acabar la conferencia, responde entusiasmado cuando le comentamos que el profesor Joan Solà, uno de los lingüistas más reconocidos de nuestro país, decía que la lengua puede ir de abajo, de la calle, arriba, a los académicos, pero no al contrario. «¡Claro! ¡Absolutamente! La fortaleza del espanglish está, ha estado y estará en la calle, y nosotros en las universidades debemos salir a la calle y tratar de entender lo que está pasando allá. La calle siempre estará un paso por delante. El idioma es de la gente, no de los académicos. Por más que nosotros tratemos de estandarizarlo, de conceptualizarlo, de catalogarlo, en última instancia la gente hace con el idioma lo que quiere y nosotros tenemos que seguir esa trayectoria popular. Estoy totalmente de acuerdo con esa opinión».
«Aquí, ustedes —dice refiriéndose a Barcelona— viven en dos realidades. Todo individuo bilingüe es, en realidad, dos individuos, o más. Vive en dos universos. Eso no lo va a entender Madrid jamás. Para ellos el bilingüismo es lo turístico, para ustedes es la identidad. Para nosotros, los latinos, es eso exactamente. Por eso en Barcelona, en Cataluña, siempre me siento en casa; porque aquí se vive en varias dimensiones y se sabe cómo una lengua puede oprimir a la otra, cómo la lengua puede surgir desde abajo para reconfigurarlo todo. Ustedes lo entienden perfectamente bien. Y lo mezclan también, ¿no? Para bien o para mal».
Del resto de su charla incluimos, bajo estas líneas, un extracto:
La fuerza latina en los Estados Unidos
«Somos 60 millones de latinos en Estados Unidos: la mayor minoría del país. Hay más latinos en EE. UU. que canadienses en Canadá, o españoles en España. Somos la cuarta concentración más grande en el mundo hispánico.
»En 1848, con el Tratado de Guadalupe, una porción considerable de México se convirtió en parte de los Estados Unidos, y los ciudadanos que vivían en esa región automáticamente se integraron en el país. También está el número casi infinito de inmigrantes que siguen viniendo a los Estados Unidos por razones económicas, por razones políticas, por razones sociales. Y a pesar del 11S, a pesar de la ley patriótica, y a pesar de la decisión del presidente George W. Bush de controlar la frontera, el peaje de renta latina en los Estados Unidos no cesa. Somos el grupo de crecimiento más rápido, con un índice de natalidad superior al de cualquier otro grupo. Hay más latinos de entre 15 y 25 años que de cualquier otro grupo étnico en los Estados Unidos, incluyendo a la población caucásica. El grupo latino se nutre también de la inmigración que no cesa y que continuamente se relaciona a través de sus vínculos con América Latina.»
En los medios, en la política, en la publicidad, en el espectáculo
«Las campañas políticas presidenciales en EE. UU. invierten más dinero en Univisión o Telemundo (cadenas hispanas) que en ABC, CBS o NBC (cadenas en inglés). Las emisoras de radio, en lugar de achicarse o desaparecer, han adquirido más fuerza si son en español. ¡Hay más estaciones de radio en español en California que en toda Centroamérica! Una de ellas dejó de transmitir en español en 2007 para hacerlo exclusivamente en espanglish. Hay una telenovela, Una maid en Manhattan, basada en una película de Jennifer López, que se transmite totalmente en espanglish, con subtítulos en español o inglés. También se han hecho obras de teatro en espanglish en los últimos años: en Broadway, Romeo y Julieta ha representado a dos familias, una de las cuales habla en español, la otra en inglés, y los dos amantes en espanglish. Y una de las claves decisivas en el ámbito cultural es que un autor, Junot Díaz, ha ganado el Premio Pulitzer con gran parte de su obra escrita en espanglish.
»Hay compañías y corporaciones que utilizan el espanglish en comerciales, no solamente en televisión y radio; sino en revistas, en periódicos, en la web, todo el tiempo. Por ejemplo, hubo un comercial de televisión para un automóvil híbrido de Toyota. Un papá latino estaba manejando el automóvil. Su hijo viajaba en la parte de atrás. El papá le decía al niño: “Sabes? This is a new car. Y usa tanto gasolina como electricity”. Y el niño le preguntaba: “Oh, really? Es como el carro de mamá?”. A lo que el padre respondía: “Well, not quiet; el carro de mamá nada más utiliza gasolina”. Y en un momento dado, al final del comercial, el niño le dice al papá: “So, is exactly as same thing que tú haces y yo cuando cambiamos el idioma?”. Y el final decía: “Toyota Hybrids”.»
Un nuevo mestizaje
«No creo que el espanglish sea exclusivamente una manifestación verbal. Es el surgimiento de una nueva civilización, un nuevo mestizaje que se está llevando a cabo en Estados Unidos. Tampoco creo que el espanglish haya llegado todavía a una estandarización. En los últimos diez años estamos viviendo una transición de la lengua oral a la escrita. Estamos escribiendo en espanglish, estamos haciendo diccionarios, hay novelas, hay poemas, hay obras de teatro… La ortografía se está estabilizando, lo mismo que la sintaxis.»
De la minoría periférica al centro de la cultura
«Al espanglish le ha pasado lo mismo que al jazz, una manifestación musical que surgió a finales del siglo XIX entre la población afroamericana que no tenía acceso a las academias, a la educación, al dinero, a los instrumentos musicales, y que empezó a improvisar en las calles con cubetas, con piedras, con palillos, la música que ellos querían. Y hoy el jazz se escucha en el Carneggie Hall, en las salas de conciertos más prestigiosas del mundo. Lo mismo ocurrió con el grafiti. Empezó como una “antiestética” urbana, una estética de grupos minoritarios que garabateaban los trenes del metro, y hoy uno puede ver exposiciones de grafiti en el MOMA.
»Las minorías están siempre provocando al centro de la cultura y, en un momento dado, ese centro se apropia del arte de las minorías y estas tienen que inventar algo nuevo. El espanglish es un fenómeno que empezaron a hablar los latinos de las clases populares en los 50, y los de la clase media en los 60, y los de la clase alta... Esta transición de la clase baja a la alta es algo que estamos viendo cuando Toyota utiliza el espanglish para vender automóviles o cuando el candidato a la presidencia, Jeb Bush, usa el espanglish para llegar al electorado latino.»
Una lengua mal definida
«Hace quince años, cuando hablamos de espanglish aquí, por primera vez, la RAE pensaba —y creo que todavía lo piensa— que no merecía atención. “El spanglish no existe”, repetía el entonces director de la RAE a los medios, y nosotros, en América Latina y en Estados Unidos, ¡nos moríamos de la risa! Finalmente, hace tres o cuatro años, la RAE decidió integrar la definición del espanglish en el Diccionario. Es una definición desastrosa, imperdonable: se habla de él como de una deformación, no como de un acto de renovación o de encuentro. Sea como sea, aquellos que lo han venido negando, ninguneando, lo ven ahora como algo que merece una definición, un reconocimiento.»